Ella comenzó a reirse a pierna suelta y me dijo:
-Enamorado de mí, niño que me meo de la risa, tú lo qué estás es loco por llevarme a la cama. Tú te enamorarás de una niña de tu edad tonto... -No, se lo juro, estoy loco por usted...
En ese momento yo creo que ya había empezado a pasarse por la mente de Teresa lo que yo estaba esperando.
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